CUANDO YA NO ME QUIERAS.-
Sophie ha regresado de Tokio, en el aeropuerto le está esperando su novia. Se abrazan y se besan efusivamente en el encuentro. Su mirada algo ajada y mustia revela el cansancio acumulado durante el viaje de negocios:
-No hay nada como el hogar, el dulce hogar… Una semana de descanso y estaré de nuevo dispuesta para la cotidiana rutina del trabajo, Natasha.
Sophie está esperando en el ascensor, su novia trata de alcanzarla a trompicones, jadeante y como puede con un montón de maletas a cuestas. Ella enfundada en un amplio abrigo con el que combatió el frío radioactivo de Tokio la espera con las mejillas sonrosadas. Por fin llega y pulsa el botón que las conducirá al ático.
Se ha hecho muy tarde, Sophie sigue metida en el baño caliente. Después de una ducha fría y frente al espejo hidrata su piel, quiere estar y verse guapa. Por fin sale al dormitorio y apaga la luz, Natasha la espera dentro de la cama ronroneando. Sophie se quita la bata de baño y la deja descuidadamente caer al suelo. Entre las sábanas se le acerca por la espalda y se pega a su piel, buscando el calor húmedo que tanto necesita, contar hasta diez y un profundo sueño se apodera de sus pesados párpados…
El sol entra por la ventana, se ha despertado y ha encontrado la cama vacía. Se incorpora y se despereza lentamente con elocuentes aspavientos de los brazos, despacito y paso a paso se va haciendo a la idea de que de nuevo está en casa. Y en el baño y frente al espejo un gran bostezo la hace despertar definitivamente, está algo sudada pero guapa. Instintivamente mientras observa el diminuto grano en su frente mete la mano entre sus bragas y se rasca el coño con cierta fruición, le pica demasiado aunque supone que el escozor será el propio de una noche de lujuria, una noche loca que no recuerda. Algo más calmada aunque con la vulva enrojecida e irritada de la comezón que le provoca una respiración profunda y algo convulsa: unos días de descanso y todo volverá a ser como antes, dice para sí misma. Instintivamente sus manos se cruzan en su trasero que no sin cierto prurito necesitan que por sus venas fluya la sangre, unas palmaditas en el culete y la chispa de la vida ilumina su mirada.
-Pero qué es esto…!!! Un grito resbala por los azulejos, sus uñas se han tropezado con un grano gordo, un enorme furúnculo al que han arrancado la cabeza de cuajo. Sophie muestra dolor no fingido y suspira, el grano está supurando pus y un agudo escozor pincha su glúteo… ¡vaya fastidio!, aunque nada como una ducha fría para comenzar el día en plena forma.
Natasha ha preparado el desayuno, meticulosamente ha colocado los cubiertos, los platos, el pan integral, la leche descremada, la cafetera con su humeante chimenea envolviendo todo el ambiente con su aroma inconfundible, la rosa roja en el búcaro y una onza de chocolate negro envuelto en su platilla dorada.
Sophie hace su aparición en la cocina con una diminutas braguitas, tal vez demasiado pequeñas y un ligero picardías encarnado de satén que no llegaba más allá de su sonrisa vertical.
En su rostro restaurado con abundante crema hidratante y maquillaje, el rojo en las mejillas, el negro en las pestañas y un brillo electrizante en los labios. A su paso la sonrisa de chanel se muestra complaciente.
Frunce el ceño junto a la mesa, no hay cruasán, ni una cajita de bombones pero no tiene tiempo de nada más, sus protestas son acalladas por un ramo de rosas que prenden entre sus pechos sin que pueda emitir el más mínimo reproche…
Natasha se le ha acercado por detrás y la ha abrazado aunque se haya sentido como estrujada, le ha desecho el lazo de su camisón y ha aparecido su ombligo. Y mientras la barbilla retoza en su hombro, mientras sus manos acarician sus senos, los elevan para dejarlos caer pesadamente como un juego predeterminado para ambas que la hace sonreír con cierta complicidad. Y que ahora bajan y se dejan llevar entre el elástico del minúsculo tanga, forcejeando para abrirse paso hacia otros besos que las risas alocadas de otros labios llaman para fundirse en un ósculo de placer.
Sophie deja ahora su cabeza caída, hacia atrás buscando el apoyo de Natasha que ha hundido sus dedos en la margarina baja en calorias para penetrar en la sima de Venus y de allí dirigirse al ojo ciclópeo de Sophie que bizquea sorprendido. Se gira sobre sus pies y con una sonrisa forzada besa a Natasha más apasionadamente que nunca mientras ésta la estrecha sobre sus brazos con más fuerza y vigor que jamás haya experimentado.
Y ya apoyados sus brazos sobre la mesa y doblada por la cintura deja que Natasha la penetre con aquel nuevo adminículo de látex que se hundía visceralmente en el coño de ella y le rompía el culo con un sádico beso negro.
En cada embestida pasional sus tetas oscilaban abruptamente, abatidas por la fatal ley de la gravedad y como un péndulo levitaban de lado a lado.
En cada empuje furioso un quejido, un grito de dolor que rasgaba el velo del altar vejado.
La lucha ha terminado, Sophie sumisa sorbo a sorbo va tomando el café con leche descremada. Natasha le unta una rebanada de de pan integral con margarina holandesa baja en calorías. Es temprano y ya está cansada, seguramente será el jetlag martillea su cabeza. Es temprano y un terrible picor se apodera de nuevo de su coño, esta vez no tiene piedad y se rasca con furia hasta que enrojece, hasta que casi se provoca sangre.
Sophie está sentada junto a la mesa, con una libra de chocolate en las manos mientras su culo arrebujado en el respaldo rebosa a ambos lados del taburete.
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